TÍTULO: CIEN AÑOS DE SOLEDAD
AUTOR: GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
He
vuelto a Macondo. Regreso cada cierto tiempo por una extraña necesidad de
reencontrarme con ellos, de sentarme en el granero donde Pilar Ternera leyó las
cartas a José Arcadio antes de que les entrara a todos la peste del insomnio y
olvidaran los nombres de las cosas y su utilidad.
He ido al baile que organizó Úrsula Iguarán para
estrenar la casa nueva, blanca como una
paloma, y donde Rebeca y Amaranta conocieron a Pietro Crespi, desgracia de
sus vidas, mientras él afinaba la pianola.
Me he sentado con ellas a bordar en el corredor de
las begonias y a mirar pasar la vida mientras llovía sobre la vegetación
exagerada y las lombrices construían sus montículos de barro con la tierra
húmeda del jardín.
He escuchado los razonamientos políticos del
coronel Aureliano Buendía y el tintineo constante de los pescaditos de oro que
fabricaba en su taller.
Asistí a los
pregones del gitano Melquíades, que lleva a Macondo los últimos
descubrimientos, ante la expectación de todos y la desconfianza de Úrsula, y
distinguí a los diecisiete Aurelianos, hijos de coronel, por sus cruces de
ceniza clavadas en sus frentes.
Cada vez que voy a Macondo encuentro algo en lo que
no había reparado antes, alguna situación o algún paisaje nuevos, algún gesto
de amor aciago o un guiño desganado de soledad.
Volveré a
Macondo cuando pase un tiempo para sentarme en la mecedora de Fernanda del
Carpio y hablar con ella de sus hijos, de su marido y, por supuesto, de Petra
Cotes.
Y os invito, gustosa, a venir conmigo.
(Gloria Rivas Muriel)