lunes, 25 de marzo de 2013

LOS PERROS DEL COLOQUIO



       

             EL COLOQUIO DE LOS PERROS

Que tuvo lugar el 23 de Abril del año de gracia  2005, en la calle Rastro  de la ciudad de Valladolid, frente a la casa que habitó el ilustre autor de una tan ilustre novela, don Miguel de Cervantes.

BERGANZA.- Tengo para mí, amigo Cipión, que llegados estos tiempos de materialismo y vicio, que llaman algo así como globalización, los hombres y las mujeres se hallan tan perdidos como en aquella época nuestra de la Guerra de Lepanto, y me desazona tanto el pensarlo, que no hallo remedio sino en hablarlo contigo.
CIPIÓN.-  Así lo creo yo también, amigo Berganza, aunque por mi natural carácter abierto, de cierto más que el tuyo, me da por juzgar que estos tiempos son más buenos que los nuestros, y de vicios y materialismos, si haces memoria, andábamos ya sobrados.
BERG.- No quiero entrar en disputas contigo esta noche clara, Cipión, hermano, porque tengo que hablarte de literatura y celebraciones.
CIP.- ¿A qué viene este quiebro sosegado?
BERG.- Viene a que a fecha de este año, hace cuatro siglos que se publicó en España  “El Ingenioso Hidalgo  don Quijote de la Mancha”, obra  que escribió el que también fue autor nuestro.   Con este motivo, anda toda la nación en tales razonamientos acerca del hombre de La Mancha, que las Universidades se llenan de bachilleres, y aún más altos grados, discutiendo y loándolo en grado sumo.  Y si nuestro señor don Miguel viviese para verlo, moriríase otra vez de susto y pasmo.
CIP.- ¿Cómo dices que se celebra evento semejante si esta casa nombrada de Cervantes, a la que acuden llamados de otros lugares hombres y mujeres, estuvo cerrada por obras como tres meses del año de la celebración?
BERG.- Ya te dije al principio de nuestro coloquio, amigo Cipión, que no existe grande diferencia entre el que otrora fuera nuestro mundo y este moderno. Que la naturaleza humana es torpe en lo esencial.
CIP.- ¿Y cómo es que hablando tanto de don Miguel de Cervantes, no hablan de nosotros que excepcionalmente tuvimos y tenemos la facultad del lenguaje?
BERG.- No hablan de don Miguel, sino  de don Quijote. Y muchos bachilleres creen que es una obra autobiográfica, que viene a querer decir  que el mismísimo don Quijote escribiera sus andanzas en primera persona.  Y aunque en grande estima y reconocimiento se tiene en esta ciudad a los perros, que me maravillo del trato que reciben, de nosotros dos y de nuestro coloquio no he oído hablar en feria alguna, ni tampoco de las Novelas Ejemplares que nos contienen.
CIP.- Siendo así como dices, no me hables más de tal celebración amigo Berganza y sí de lo que ves y escuchas por mercados y plazas, que algo habrás oído a los juglares o trovadores esta mañana para venir a razonar con desconfianza y desánimo como lo hicieras al comienzo de este coloquio. Y a ser posible sé breve, que tengo yo que dar también mi parte de razonamiento.
BERG.- No son juglares ni trovadores los que andan por las plazas poniendo de boca en boca los asuntos ajenos, sino unos que se hacen llamar periodistas, y son mujeres y hombres de muy grande poder y sabio juicio.  He visto a los gobiernos de las naciones dando convites a estos tales periodistas porque les saquen bien en los retratos y no los trapos sucios, y a los periodistas , devolviendo los mismos convites a los políticos , que es lo que se viene en llamar el mutuo caldo gordo.   Y la buena gente que es el pueblo llano, que hoy en día saben todos leer, andan leyendo deprisa los pliegos de cordel de unos y otros, malgastando en ello las horas de los domingos de sus vidas como si no tuvieran asunto más provechoso en que fijarse.
CIP.- Y ¿qué asuntos leen estos incautos que les hace perder horas de rezos?
BERG.-Principalmente quedan embobados en lo que llaman artículos de opinión, editorial  o columnas, que es labor de aprender lo que otros opinan, y que luego repiten en cenas o reuniones de amigos, alardeando de lo que vienen en llamar algo así como opiniones personales o espíritu crítico.   
CIP.- No entiendo a las claras este último parlamento tuyo, amigo Berganza, mas, harás bien en no repetírmelo pues ya lo doy por supuesto.  Que tanto te extendiste en tus pláticas, que ni tiempo tuve para preguntarte la mitad de la mitad, ni me has dejado decirte que esta mañana, cuando tú andabas por las plazas, escuché una discusión sobre injerencias de la iglesia en un estado laico, sin llegar yo a comprender nada de lo que estaban diciendo.
BERG.- No es de extrañar que no lo entiendas, mas llegado a este punto, Cipión hermano, pongamos fin al coloquio, que el sueño me pesa en los párpados y no quiero, ni por nada del mundo, entrar en polémicas y parlamentos de curas, creencias y bendiciones.

               Gloria Rivas Muriel.  (Mes de mayo del año cervantino 2005.)                                                




                                                          






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